27/1/08

TAN CERCA Y TAN LEJOS

Ayer sábado, me puse a revisar unas cajas donde guardo piezas de computadora descompuestas, cables, refacciones de computadoras que pueden servir para algo (pero que nunca más usaré), mouses, manuales y un sinfín de cosas que durante 14 años, aproximadamente, han sido archivado en esos contenedores del caos.

Los recuerdos brotaron de inmediato, encontré la primer hoja de prueba que imprimí con la primera impresora de inyección de tinta que compré en 1997, impresiones en papel continuo con una Impresora de matriz de puntos que compré en 1993, había impreso un manual de Windows 3.11; también había mouses de bolitas de los que hay que estar limpiando constantemente con entrada cuadradita, cables de impresoras para el puerto LPT1, un escaner que tardaba 20 minutos en escanear una imagen... y un sinfín de cosas.



Pero lo que me llamó más la atención fue un disco duro, uno que cuando lo quité aún servía, me imagino que aún sirve, por eso lo guardé, su capacidad es de 1.2 Gb. Recuerdo bien cuando todo el mundo se asombraba de que habíamos sobrepasado el umbral del GigaByte en discos duros, de inmediato compré uno, quitando en de 600 Mb que parecía un ladrillo, el cual desarmé para ver que tenía dentro.
Hoy lo veo como una reliquia, aunque recuerdo que eso fue apenas en 1999, 8 años, mi memoria flash es de 4GB tiene casi tres veces más capacidad que mi disco duro que tantas satisfacciones me daba, porque no conocía a nadie que tuviera uno de tanta capacidad, y porque pude grabar un disco en formato WAV (antecesor de MP3), cuyos archivos pesaban 10 veces más.

Que recuerdos aquellos, se me hacen tan lejanos, como mi procesador pentium 100, que aún guardo, como si fuera un necrófilo computacional.