3/9/07

Amigos y amigas

Al Juanito lo conocí en Azoyú, fuimos compañeros de trabajo un poco antes del año dos mil, por un tiempo le perdí la pista, pero después me lo volví a encontrar como dependiente de una empresa de autobuses y paquetería, de cuyo nombre no se me pega la gana pronunciar.
Siempre con su tranquilidad que a veces exaspera a las personas que no lo conocen, un poco hipocondriaco, pero en fin, empleado eficiente y padre dedicado de tres chamacos.



Es de Cerro Grande, un pueblo cercano, la entrada está justo al lado del hospital de oftalmología, el que siempre parece abandonado, pero es muy lujoso. Es posible que la mancha urbana de Ometepec alcance al pueblo en cuestión, pero Juanito seguirá como siempre, inmutable, estoico y afanado e inventandose enfermedades, o quizas son de verdad... quien sabe.