Los reptiles me causan una extraña impresión, pues me parecen emisarios de un mundo perdido. Siempre están impasibles, viendo la vida pasar de una forma estoica. Siempre tratando de pasar desapercibidos y les temen a esos extraños seres que caminan en dos pies.
Si no se les molesta adquieren cierta confianza, y hasta dejan que las personas se les acerquen. Como esta iguana a la que desde hace unos meses agarró el gusto de modelar para el Diario de un Peatón.