¿Pero, porqué tiempo extra?... pues porque resulta en el año 2000 me ví en la encrucijada de decidir si me animaba que me abrieran el cráneo para extraer un tumor cerebral o dejaba que siguiera avanzando, ninguna de las dos opciones eran optimistas, una cirugía de esas son bastante riesgosas y si la rechazaba había mucha probabilidades de que no viviera mucho con eso en mi Unidad Central de Procesamiento. Elegí la primera opción y aún me queda coherencia motriz para oprimir la tecla adecuada en el teclado de mi computadora, pero ya no como para andar en bicicleta.
Pero ese gran día las felicitaciones no faltaron, la comida con mucha grasa y pastel con el cuádruple de azúcar del recomendado por mi endocrinóloga… y mucho refresco eso fue en la casa de mis padres en Ometepec y en El Faro, en Marquelia, otra vez al día siguiente, convivio con refresco y pastel... Pero sobre todo el aprecio de mi familia, amigos, de mis compañeros de trabajo y mis clientes que hacen un inmenso contrapeso hacia mis detractores que por fortuna son pocos e insignificantes…
Pero ahora a siete años de ese episodio, después de innumerables viajes a la ciudad de México a consultas, estudios, radiaciones y demás, que consumen un buen porcentaje de mis ingresos, veo que todo vale la pena, vivir, bien lo vale... ¿a poco no?