Llegó con unos botecitos, unos pequeños que sonaban a pastillas o cápsulas, y otros más grandes, es médico, pero también empleado del sector salud estatal, en esos momentos debería estar devengando su sueldo pagado por el erario público.
No trae el botón - prendedor de “me siento bien chido, pregúntame como” pero anda vendiendo esos “productos maravillosos”, que curan todas las enfermedades y hacen que tengas un cuerpo atlético solo tomando esas pastillitas o los batidos con sus polvos mágicos.
Su retórica es que nuestra comida está contaminada, y que esos productos son nuestra salvación, que todos debemos tomarlas, que ellos la usan y se sienten de maravilla que no importa que sean caros.
Y así andan muchos, con la esperanzan de vender mucho, hacerse millonarios y tener una casa con alberca, coches deportivos y vivir en la playa como la publicidad en Internet especifica.
Cheque una investigación periodística seria, echa en Argentina